La señal de la cruz, ese gesto sencillo y sagrado que los cristianos realizan a diario, es mucho más que una simple manifestación exterior de fe. Se remonta a los tiempos apostólicos y ya era utilizada en el siglo II, como atestigua Tertuliano. Este explicaba que los primeros cristianos se santiguaban antes de emprender cualquier acción, buscando así la bendición divina y la protección contra los ataques del demonio.
Pero, ¿sabías que este gesto también puede abrir el camino a una indulgencia? El papa Pío IX, en 1863, concedió 50 días de indulgencia a todos los fieles que se santiguaran pronunciando la invocación: «En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén». En 1866 añadió 100 días de indulgencia para aquellos que se santiguaran con agua bendita recitando estas palabras.
Estas indulgencias fueron concedidas con ocasión de la publicación de las obras de Mons. Gaume: Le Signe de la Croix au XIXᵉ siècle y L’Eau bénite au XIXᵉ siècle. Ambos libros surgieron después de que un joven católico fuera ridiculizado por sus compañeros en un colegio parisino, simplemente por hacer la señal de la cruz antes y después de las comidas.
Así, esta antigua práctica, lejos de ser insignificante, es una fuente de gracia y de purificación, confirmada por la tradición y alentada constantemente por la Iglesia. ¡No dudes en santificar tu vida cotidiana con este signo de fe, pidiendo la ayuda divina en todo momento!
Fuente: Franz Béringer S.J., Les indulgences, leur nature et leur usage.
Foto: Imagen de Chat GPT (Open IA)