El 16 de julio, la Iglesia celebra la fiesta de Nuestra Señora del Carmen, una de las devociones marianas más antiguas, profundas y consoladoras que existen. En otras épocas, este día era una fiesta nacional: los pueblos vestían sus mejores galas, los barcos se engalanaban, los templos se llenaban. Hoy, en la España descreída de 2025, esta fecha pasa casi desapercibida. Pero el mensaje que contiene es más actual y urgente que nunca.
Vivimos en una cultura que lo ha olvidado todo: ha olvidado a Dios, ha olvidado la eternidad, ha olvidado que un día moriremos y seremos juzgados. Ha olvidado también el Purgatorio, esa doctrina que en siglos pasados estremecía a los cristianos y les hacía rezar, ayunar y ofrecer sacrificios por sus difuntos y por su propia alma. Hoy, en cambio, se vive como si todos fueran directamente al cielo, como si la vida fuera un juego sin consecuencias.
¡Pero no! El Purgatorio existe, y todos debemos temerlo. Lo decía el Santo Cura de Ars: «En lo que se refiere al Purgatorio, todo el mundo va a pasar por allí y debe temerlo». Porque aunque no es el infierno, el Purgatorio es un fuego purificador, tan doloroso como el del infierno mismo, según enseñaban los santos. Es un lugar de justicia, donde se satisface por los pecados veniales y las deudas temporales que quedaron sin purgar en la tierra.
En medio de esta verdad severa, aparece la figura luminosa y maternal de la Virgen del Carmen. En 1251, Nuestra Señora se apareció a San Simón Stock, superior de la Orden del Carmelo, y le entregó un don celestial: el escapulario del Carmen. Y con él, hizo una promesa impresionante: «Quien muera con este escapulario no padecerá el fuego eterno».
Y aún más: según la piadosa tradición carmelita, la Virgen aseguró que libraría del Purgatorio, el sábado siguiente a su muerte, a todo aquel que llevara el escapulario con devoción y viviera en estado de gracia. Este es el llamado «Privilegio sabatino», aprobado por numerosos Papas y vivido por incontables fieles.
Muchos son los testimonios que muestran el poder del escapulario. Se cuenta que un joven pecador, llamado Pedro, llevó el escapulario toda su vida por devoción heredada de su madre. A pesar de sus faltas, murió con el escapulario al cuello. El demonio reclamaba su alma, pero la Virgen se presentó ante el tribunal divino y dijo:
«Este hijo llevó mi escapulario. En virtud de mi promesa, obtengo para él la gracia del arrepentimiento en su último instante».
Y así fue: Pedro se salvó. No sin pasar por el purgatorio, pero salvó su alma.
Otros testimonios cuentan cómo almas del purgatorio se aparecían a sus familiares para pedir oraciones, misas, sacrificios. En muchos casos, las apariciones cesaban en cuanto se ofrecía una Misa en su nombre.
Muchos creen que el Purgatorio es cosa del pasado. Que en la sociedad moderna, racionalista, progresista, ya no hay lugar para esas «leyendas medievales». Pero en el fondo del corazón humano sigue viva la conciencia de que nada impuro entra en el Cielo. Y que el sufrimiento de las almas del purgatorio es real, actual, urgente.
Hoy también hay madres que lloran a sus hijos muertos sin confesón. Hijos que lloran a sus padres fallecidos sin haber comulgado en años. Y almas que esperan en la oscuridad, que sufren con esperanza, pero que claman nuestra oración, nuestra ayuda, nuestra caridad.
En medio de tanta confusión, la Virgen del Carmen no ha dejado de cumplir su palabra. Cada vez que un alma muere llevando su escapulario, Ella se presenta. Cada vez que un fiel se inscribe en una obra de oración por los difuntos, Ella se alegra. Cada vez que alguien ofrece una Misa por un alma olvidada, Ella intercede.
¡Qué dulzura saber que tenemos una Madre que nos acompaña incluso después de la muerte!
España fue el país del escapulario. Lo llevaban marinos, campesinos, niños, reyes y soldados. Hoy, cuando todo parece perdido, podemos volver a empezar. Podemos recuperar esa devoción que ha salvado a tantos.
Le invito, querido lector, a dar un paso concreto. Inscríbase hoy mismo en el Oratorio Virtual por las Almas del Purgatorio. Es una red de oración que crece en toda España, unida bajo el amparo de la Virgen del Carmen. Cada inscrito recibe los frutos de oraciones, sacrificios, Misas. Y sobre todo, asegura que su alma también será ayudada en la hora de su juicio y en su purificación.
Foto: Sevilla – Iglesia del Convento del Santo Ángel. Zarateman, CC0 via Wikimedia Commons.
Fuente: https://ipco.org.br/escapulario-do-carmo-penhor-seguro-de-salvacao