Otro acontecimiento que se suma a la crisis de nuestra sociedad, es la próxima desaparición de los matrimonios, es decir de la familia tradicional, como la solíamos conocer.
Teniendo en cuenta los sorprendentes datos surgidos del trabajo de investigación “Transformación y crisis de la institución matrimonial en España” llevado a cabo por el Observatorio Demográfico del CEU, se deduce que “la mitad de los españoles no se casará nunca, la mitad de los matrimonios se rompe”.
Dicha conclusión ha surgido luego de observar datos entre el período de 1976 y 2022. No sólo las bodas católicas se han reducido en un 20%, en relación al 99% de 1976, sino que, además, la posibilidad de casarse antes de los 50 años, decayó un 43% para los varones y un 47% para las mujeres.
Antes, era habitual que la mayoría de las personas se casen antes de los 30, mientras que, actualmente, sólo el 8% de los hombres y el 14% de las mujeres, contraen matrimonio previo a esa edad.
Otro dato, directamente proporcional a la caída de las bodas, es la alta tasa de divorcios. Es una combinación letal, que tiene que ver con la baja en los índices de natalidad, sumado al incremento en los abortos.
En relación a los altos índices de divorcios, tengamos en cuenta que las principales víctimas de tamaña crisis, son los hijos. No sólo sufren los niños que atraviesan un divorcio y todo lo que eso implica, sino que también, sufren los que nacen y se crían con uno sólo de los padres, los cuales son más del 10%.
Por último, el informe arrojó que “los bebés de madres españolas no casadas fueron el 53% en 2022, por solo un 2% en 1976”.
Como conclusión, podemos pensar que las siguientes generaciones verán como algo normal la falta de existencia de la estructura familiar como siempre la conocimos. Será normal, no sólo que los padres no estén casados por la Iglesia, sino que no vivan juntos y que ni siquiera vivan en la misma ciudad.
Esto se debe, fundamentalmente, a la pérdida de la fe y de las buenas prácticas católicas, entre ellas, la pérdida del hábito de recurrir a los Sacramentos y de asistir a la Santa Misa, que son los alimentos del alma.
Nos preguntamos: ¿Qué clase de sociedad podemos construir sin la familia como su célula básica?
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