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¿La paz en tu familia? ¡Sí es posible!

En una era de creciente caos y conflictos familiares, la promesa del Sagrado Corazón de Jesús de instaurar y preservar la paz en las familias adquiere una importancia inigualable. Aunque data del siglo XVII, esta promesa parece estar destinada a resolver los problemas actuales que aquejan a las familias.

Las famosas promesas del Sagrado Corazón de Jesús fueron reveladas a Santa Margarita María Alacoque. Una de las promesas, conocida como la segunda promesa, dice así: “Estableceré y conservaré la paz en tus familias”.

Como sabemos, estas promesas del Sagrado Corazón fueron reveladas entre 1673 y 1675 para fomentar la devoción. En el siglo XVII, las familias estaban en paz, pero es curioso que Nuestro Señor se preocupara entonces por la paz en las familias.

¿Qué debería pensar y decir Él de la situación de hoy, cuando hay pocas familias en paz, por no decir ninguna? Podemos pensar en tu propia familia o en las familias que conocemos, con problemas de parejas que no se llevan bien, hijos que no se llevan bien con sus padres, todo tipo de preocupaciones que desestabilizan a la familia. Ni hablar de los problemas del alcohol, de las drogas, de las malas compañías, de la infidelidad, de las crisis económicas, de los problemas de salud, que desestabilizan a la familia y le quitan la paz y producen conflictos y diferentes maneras de ver las cosas y de resolverlas.

En otras palabras, lo que tenemos hoy, en el siglo XXI, que es diferente del siglo XVII, es que hay pocas familias en paz.

Así que la pregunta es: ¿por qué no pedir a Nuestro Señor Jesucristo, al Sagrado Corazón de Jesús, que dé paz a tu familia? Es una promesa de Dios mismo, no es una promesa cualquiera, no es una promesa humana como, desgraciadamente, son nuestras promesas humanas que a menudo hacemos promesas que no cumplimos.

Desgraciadamente, somos así, inconstantes y débiles. Pero Jesucristo, cuando promete. Así que ahora es el momento de preguntarnos: ¿qué pasa para que no acudamos a Él? ¿Tenemos un defecto en nosotros, una falta de valor en nosotros para no buscar la paz para nuestras familias en la devoción al Sagrado Corazón de Jesús?

Todo indica que es un defecto, una falta de confianza en Dios, en las promesas de Dios, o simplemente porque no sabemos pedir esta gracia al Sagrado Corazón de Jesús.

¿No es un buen momento para que aumentemos la devoción al Sagrado Corazón de Jesús? Atención, quien tiene devoción al Sagrado Corazón de Jesús recibe como premio esta gracia y muchas otras.

La devoción al Sagrado Corazón de Jesús es muy curiosa, es una devoción que fue revelada en el siglo XVII, pero yo diría que fue hecha para el siglo XXI.

En nuestro siglo, todo el mundo piensa en la reciprocidad, casi nadie hace nada sin pensar en intercambiar o recibir un beneficio. Ahora mira, Jesucristo, en su bondad, pensó en nuestra miseria, en la miseria del género humano, de los hijos de Adán y Eva. Él es perfectamente consciente de la miseria humana y por eso ofrece a los devotos de su Corazón Divino innumerables beneficios.

Debemsos recordar esto cuando surjan problemas en tu familia, conflictos, desacuerdos, disputas, antagonismos, malentendidos, decepciones, crisis financieras, etc.

Nuestro Señor Jesucristo nos ofrece la paz para las familias, para tu familia. En primer lugar, no olvides que Él nunca falla. Lo que promete, lo cumple. Él nunca haría una promesa que no pudiera cumplir.

En la promesa, siempre según las revelaciones a Santa Margarita María, Nuestro Señor añade: “Reuniré a las familias divididas, porque uno de los efectos de esta devoción es reunir los corazones divididos y pacificar las almas”.

Una vez más, uno tiene la impresión de que estas palabras se dirigen al mundo de hoy. Las familias están divididas porque los corazones están divididos. Por eso, Nuestro Señor promete reunir a las familias divididas reuniendo los corazones divididos. Es impresionante.

Sabiendo esto, ¿cómo se puede aceptar que tanta gente acuda a psicólogos y adivinos para resolver sus problemas del corazón? No hay mejor médico para los corazones que Nuestro Señor Jesucristo.

La promesa termina con una frase consoladora, propia de un Dios. Y dice: “Uno de los efectos de esta devoción al Sagrado Corazón de Jesús es pacificar los corazones”.

¿Qué significa aquí “pacificar los corazones”?

Hay una frase del propio Jesucristo en el Evangelio, una afirmación que sólo puede venir de un Dios. La frase está en San Mateo, 11, 28-29. Es conmovedora. Dice así:

“Ven a mí, tú que estás cansado y oprimido, y yo te aliviaré. Toma mi yugo sobre ti y aprende de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarás descanso para tu alma”.

De entrada, es muy curioso que Nuestro Señor diga “cansados y oprimidos”, porque los que están cansados lo están por los problemas de la vida dura y difícil que todos tienen que llevar. Hay mucha gente cansada. Los oprimidos son los que tienen problemas que no pueden resolver, porque, ya sabes, hay muchos problemas en nuestra vida, y por mucho que queramos, no podemos resolver. Hace poco, un amigo me habló de una joven mujer de 31 años que decía estar “cansada de vivir y quería suicidarse”. ¿Cómo es posible, con sólo 31 años y sin ganas de vivir?

Aquí es donde Nuestro Señor Jesucristo debe entrar en nuestra vida. Él viene a ayudarnos a llevar estas cruces que no podemos llevar solo. Jesús nos invita a venir a Él: “Ven a mí”. No se trata de ir detrás de falsos dioses, ni de practicar yoga, ni de hacer ejercicios de meditación zen, ni siquiera de buscar soluciones en las fuerzas ocultas de la naturaleza.

Nada de eso. “Ven a mí”, te espero en el confesionario y en la Sagrada Eucaristía. Después de la invitación divina, la conclusión es la promesa de una solución: “Yo te daré descanso”. En mí encontrarás descanso y paz para tu alma.

Jesucristo continua: “Toma mi yugo sobre ti y aprende de mí”. Es una manera de insistir en la misma idea: “Yo soy tu Maestro divino, debes aprender de mí, que te di ejemplo tomando mi cruz… Haz tú lo mismo, “toma mi yugo sobre ti”, es decir, toma tu cruz y sígueme porque “soy manso y humilde de corazón”.

Así, una vez más, es Nuestro Señor mismo en el Evangelio quien proclama la bondad del Sagrado Corazón de Jesús, a quien enviaría en el futuro. Acepta, pues, la carga de la Cruz que Nuestro Señor te envía. Cuando aceptas humildemente la Cruz que Él te envía, la mayoría de los problemas se solucionan. Y sobre todo, estamos en las manos de Dios.

Recordad también la gran promesa de Nuestro Señor al Beato Bernardo de Hoyos el 14 de mayo de 1733: «Reinaré en España y con más veneración que en ninguna parte».

Que el Sagrado Corazón de Jesús te ayude a ti y a tu familia y te proteja en estos días tan difíciles que estamos viviendo.

Ignacio García Toledo

Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=s47O6nLDhRc&t=30s

Foto : VictorProuvé, Famille Bergeret M0513 2008-0-3 cliché Claude Philippo, Wikimedia Commons

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