En el marco del III Encuentro Internacional de las Confraternidades del Clero Católico, llevado a cabo el pasado 14 de enero en Roma, el cardenal Gerhard Müller explicó, en una conferencia, cual es la verdadera misión del sacerdote católico.
El señor les dijo: “Paz a vosotros. Como el Padre me envió, así también yo os envío… Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos” (Jn 20,21-23). Este mandato les otorga a los sacerdotes una identidad sacramental, configurándolos con Cristo para la salvación de las almas.
El cardenal hizo especial hincapié en que ni la Iglesia ni los sacerdotes deben ir detrás de los intereses del mundo, sino que su misión principal es anunciar la salvación a toda la humanidad. Es por ello que preguntó “¿Qué es, entonces, la palabra de la verdad o la sana doctrina que el sacerdote debe proclamar como heraldo y maestro sin avergonzarse ni temer al mundo?”. Tomando la carta a los Romanos dijo “Porque no me avergüenzo del Evangelio, pues es poder de Dios para la salvación de todo el que cree” (Rom 1, 16). Indicó que los sacerdotes no deben ceder a la presión del relativismo mundano.
También, explicó que la misión del sacerdote como “ministros de la nueva alianza” (2 Cor 3, 6), es una participación en el sacrificio redentor de Cristo. Y que “el mensaje de la reconciliación nos ha sido confiado” a través del sacramento de la confesión.
En relación a los desafíos que afrontan, dijo “Los sacerdotes, que con frecuencia se encuentran con rechazo, silencio y burla por ser considerados fuera de la realidad del mundo, necesitan apoyo y fortaleza espiritual, no paternalismo ni reprimendas públicas” y agregó que “Los obispos deben ofrecer seguridad en los fundamentos dogmáticos, porque si no fuera cierto entonces solo actuaría en su propio nombre y no podría mediar la vida sobrenatural en el poder del Espíritu Santo”.
Además, afirmó que “Los sacerdotes son, junto con su obispo, verdaderos sacerdotes del Nuevo Testamento” ya que son los responsables de la santificación del pueblo de Dios, a través de la enseñanza. Pero, remarcó que el centro de la vida sacerdotal es la celebración de la Eucaristía, porque es la actualización del sacrificio de Cristo en la Cruz. Explicó que “el sacerdote cumple verdaderamente la función de Cristo cuando imita lo que Cristo hizo y ofrece un sacrificio verdadero y pleno en la Iglesia a Dios Padre”.
Al finalizar, citando al Evangelio, recordó el siguiente mandato de Cristo que legitima a la Iglesia y a sus sacerdotes: “Toda potestad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado” (Mt 28, 18-20).
Animó a los sacerdotes a ser fieles a su vocación y a confiar en la gracia de Dios, recordando que son envidados de Cristo para la salvación de las almas y no funcionarios de una institución religiosa. Finalizó su ponencia remarcando que “El sacerdote no debe temer proclamar la verdad, aunque el mundo lo rechace. Su misión es enseñar, santificar y gobernar en el nombre de Cristo”.
Fuente: https://www.infocatolica.com/?t=noticia&cod=51538
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