A lo largo de la historia, la devoción al Sagrado Corazón se ha difundido gracias al fervor de grandes santos. Uno de estos heraldos del Sagrado Corazón es una monja del otro lado del Rin. Esta santa tenía un gran amor hacia el Sagrado Corazón, tanto que pudo encontrarse en la Última Cena, ¡muy cerca del Corazón de Jesús!
Hoy hablaremos de santa Gertrudis de Helfta, también conocida como Gertrudis la Grande, una monja cisterciense del siglo XIII nacida en Alemania.
Nuestra historia se sitúa en la Edad Media, en la década de 1260, una época extraordinaria con sus epopeyas caballerescas, sus conquistas, su sentido y respeto de la religión… pero también, hay que decirlo, un periodo complicado con su dosis de guerras, epidemias y herejías.
En este contexto, Santa Gertrudis, conocida también como la teóloga del Sagrado Corazón, vio la necesidad de devolver el fervor al mundo.
Entró en el monasterio de Helfta, en Sajonia, con tan solo cinco años.
Recibió muchas apariciones de Nuestro Señor, que le mostró el Corazón que tanto amaba a la humanidad. Él le confió la tarea de escribir varias obras para dar a conocer Su misericordia.
Entre las muchas apariciones que recibió Santa Gertrudis, una fue aún más extraordinaria: se le apareció el apóstol San Juan. Le concedió una gracia de ser transportada a aquel momento tan especial en el que él mismo apoyó su cabeza en el pecho de Nuestro Señor, durante la Última Cena. Fue algo maravilloso.
Esto le fue dado para su santificación, por supuesto, pero también como un legado para nosotros, un tesoro que sería revelado para tiempos de sequedad espiritual, para que esta devoción al Sagrado Corazón de Jesús revitalice al mundo cuando más falta le haga.
También en la época de nuestra querida Santa Gertrudis hubo tiempos difíciles, que nos recuerdan a nuestros días.
Pero hoy, más que nunca, ¡nuestros tiempos necesitan fervor! Porque reinan la frialdad y la indiferencia ante las cosas de Dios. Hay innumerables ataques contra nosotros, los cristianos…
Basta con leer los periódicos para ver lo alejado que está el mundo de Dios. Os pondré un ejemplo. Sin ir más lejos, en abril del 2023, en el plató de TV3, el programa satírico Està passant presentó una repugnante parodia de la Virgen del Rocío. En el plató de la televisión pública catalana, una actriz se disfrazó de la Virgen, con un muñeco en brazos que simulaba al Niño Jesús. Durante el programa se profirieron los peores insultos y burdas y provocativas referencias a la vida sexual de Nuestra Señora. Ante las risas y burlas del presentador y su colaborador.
¡Qué espantosa profanación de nuestra Madre Celestial!
Déjame que te de otro ejemplo de la sociedad anticristiana en la que vivimos.
Ocurrió durante el carnaval de San Fernando, una pequeña ciudad de Andalucía.
Entre los diversos disfraces, un hombre vestido con túnica y peluca -que se supone representa a Nuestro Señor- ocupa su lugar en la procesión. Lleva una gran «cruz» ¡formada por cajas de botellas de cerveza! La mayoría estaban vacías, otras llenas, ya que el individuo se detenía de vez en cuando para beber un sorbo.
Fue un verdadero escándalo y un insulto a los cristianos, autorizado por el organizador, ¡en este caso el Ayuntamiento de San Fernando!
¡En qué mundo tan terrible vivimos!
Una humanidad que ha olvidado una verdad esencial de nuestra Fe: Nuestro Señor es el «Camino, la Verdad y la Vida». Él mismo lo dice en los Evangelios.
Santa Gertrudis nos recordaba que el Sagrado Corazón de Jesús es la puerta que Nuestro Señor mismo nos abre para conocerle en profundidad, para comprender su infinito abismo de amor por la humanidad.
Nuestro mundo sufre todo tipo de dificultades: espirituales, familiares, sociales…
¿Cuál es la raíz profunda de este mal? Pues bien, se debe a que se ha dejado de lado al Sagrado Corazón… Y no habrá solución real hasta que el reinado del Corazón de Jesús se instaure en todos los ámbitos de nuestra sociedad.
Frente a Pilato (el pasaje se encuentra en Juan 18, 33-37), Nuestro Señor reafirmó su soberanía. A la pregunta de Pilato: «¿Eres tú rey? Jesús respondió: «Como tú dices, soy Rey. Nací y vine al mundo para dar testimonio de la verdad. Quien es de la verdad escucha mi voz».
Hoy, el mundo no quiere saber cuál es la verdad, y mucho menos escuchar la palabra de Cristo.
Tenemos una gran responsabilidad: ¡tenemos 2000 años de enseñanza de la Iglesia! ¿Qué hacemos con esta revelación, con esta verdad que está tan cerca de nosotros?
Hacer resonar la Voz del Sagrado Corazón, porque «el que es de la Verdad me escucha».
Nuestra misión es unir los corazones de todos los católicos para proclamar al mundo: ¡volveos al Sagrado Corazón de Jesús!
Para finalizar, les propongo que recéis una oración de nuestra santa Gertrudis.
Es una oración maravillosa que podemos hacer nuestra -¡por qué no, todos los días! – para acercarnos cada vez más al Corazón amoroso de Nuestro Señor, para que Él lo sea todo para nosotros.
«Te saludo, oh Sagrado Corazón de Jesús, fuente viva y vivificante de la vida eterna, tesoro infinito de la Divinidad, horno ardiente del amor divino. Tú eres mi refugio y el lugar de mi descanso. Oh mi divino Salvador, enciende mi corazón con el ardiente amor con el que el tuyo está todo encendido. Derrama en mi corazón las grandes gracias de las que el tuyo es fuente y haz que mi corazón esté tan unido al tuyo que tu voluntad sea la mía y la mía se conforme eternamente a la tuya, pues desde ahora deseo que tu santa voluntad sea la regla de todos mis deseos y acciones. Que así sea.”
Ignacio García Toledo
Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=8ItSyU7rQ2o
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