La historia demuestra que lo mejor de nuestra civilización se forjó en combates librados por la fe. Hoy nos enfrentamos a una nueva contienda: no de armas materiales, sino de carácter espiritual e intelectual. Se trata de la cultura woke, un movimiento que busca borrar a Dios, a la patria y a la civilización cristiana.
Por eso, cremos oportuno y actual, presentar algunas reflexiones de Mauricio de Giovanni, escritor italiano y comentarista de los principales periódicos nacionales publicado en Il Portastendardo di Civitella del Tronto, n.º 47 (mayo de 2025), y reproducido en Religión y Libertad el 9 de septienbre de 2025.
El término woke simboliza el nuevo ateísmo. Con el pretexto de defender minorías y combatir supuestas “opresiones”, ha terminado por imponer una dictadura cultural que amenaza la libertad de expresión e incluso la capacidad misma de pensar.
La escritora Silvana De Mari denuncia que la cultura woke no es más que una continuación del odio al cristianismo que inspiró al marxismo, al comunismo, al nazismo y al 68. Su método central es la manipulación del lenguaje: cambiar significados, inventar vocablos, prohibir palabras como “padre” o “madre”, “Navidad” o “Pascua”, hasta que la mentira se convierta en norma. George Orwell ya lo advirtió: reducir el lenguaje significa atrofiar el pensamiento.
En este proceso se inserta la cancel culture, que destruye monumentos, nombres de calles y recuerdos históricos, pretendiendo arrancar de raíz los símbolos de nuestra identidad cristiana y occidental. Un ejemplo paradigmático se produjo en Colombia el 11 de junio de 2021, cuando el Ministerio de Cultura retiró de la calle 26 de Bogotá las estatuas de Isabel la Católica y Cristóbal Colón, previamente atacadas por grupos indigenistas. Este acto simbólico, justificado en nombre de la “inclusión”, fue en realidad un paso más en la demolición sistemática de nuestra memoria.
El novelista Rushdie, pese a su orientación progresista, lo reconoció con franqueza en una entrevista publicada en La Verità el 28 de mayo de 2023: “La libertad de publicar, la libertad de leer, la libertad de escribir lo que se quiere, de poder elegir lo que se quiere leer y que no se haya decidido desde fuera, la libertad de publicar libros que deberían ser publicados y que a veces son difíciles de publicar por la presión de este o aquel grupo, nunca ha estado tan amenazada como hoy en Occidente.”
Es enormemente significativo que intelectuales que durante años alimentaron esta cultura ahora adviertan sus consecuencias destructivas. La revolución woke no conoce límites: o se la rechaza por completo, o devora todo a su paso, incluso a quienes hasta ayer la ensalzaban.
Silvana De Mari lo resume con precisión en La Verità (13 de febrero de 2023): “El desprecio por la realidad de un pueblo y de su historia se llama etnocidio y es puro racismo, pero ahora se envuelve en victimismo y se llama cultura woke, que quiere decir “despierta”, “alerta”. También el iluminismo fue cultura woke: creó calumnias ridículas contra el cristianismo —el ius primae noctis, el cinturón de castidad y otras estupideces. El marxismo, el comunismo, el nazismo, el 68, lo políticamente correcto… todos son cultura woke: odio al cristianismo que se manifiesta en la criminalización de la civilización cristiana y en la absolución de todas las demás. Si la penúltima etapa de la subcultura woke fue lo políticamente correcto, el último estadio es la obligatoriedad de la mentira.”
Ya en tiempos de la Revolución Francesa se empleó el arma del diccionario manipulado. Jean-François de La Harpe analizó cómo el lenguaje revisado por los revolucionarios servía para moldear conciencias. A finales del siglo XVIII, el jesuita Lorenzo Ignacio Thjulen publicó el Nuevo vocabulario filosófico-democrático, advirtiendo: “Muchos pueblos, engañados por términos falsos y mal comprendidos, corrieron detrás de todo aquello que en realidad detestaban, y encontraron esclavitud, opresión, angustias y miserias donde creían hallar el puerto de la libertad, el orden y la felicidad.”
La neolengua actual ha introducido términos que ya usamos casi sin darnos cuenta: género, inclusivo, islamofobia, negacionismo, homofobia, resiliencia, sostenibilidad, sexismo, xenofobia… Un verdadero decálogo que mina los fundamentos de la civilización cristiana.
Silvana De Mari lo señaló de nuevo en La Verità (12 de junio de 2023): ya se ha llegado a proponer la abolición de las palabras “Navidad” y “Pascua” por considerarlas no inclusivas, del mismo modo que antes se pretendió suprimir las palabras padre y madre, hombre y mujer.
¿Qué hacer frente a esta amenaza? Ante todo, liberar la mente de los prejuicios del presente. Después, adherirse plenamente a los principios de la religión de nuestros padres, que encontraron en el cristianismo la vía maestra para no ser arrasados por revoluciones de naturaleza siempre demoníaca. Y, finalmente, recordar el arma que san Pío de Pietrelcina llamaba invencible: el Santo Rosario.
Sólo con una fe auténtica, con principios claros de la doctrina católica y con fidelidad a Cristo ya a su Iglesia podremos resistir a esta ofensiva que pretende cancelar a Dios, a la patria y a la civilización cristiana.
Foto: JMacPherson de Calgary, Canadá, CC BY 2.0, via Wikimedia Commons