La persecución a la fe cristiana sigue mostrándose con crudeza en Europa. En el domingo 17 de agosto, un joven marroquí de 20 años fue detenido tras asaltar y prender fuego a la iglesia de Santiago Apóstol, en la pedanía granadina de Albuñol. Armado con un martillo, rompió la vidriera de la puerta, entró al templo y comenzó a destruir imágenes sagradas antes de provocar un incendio.
La tragedia no fue mayor gracias a la intervención decidida de los vecinos, que arriesgaron su vida para impedir que el templo quedara reducido a cenizas. “¡Que no queme nuestra Iglesia!”, fue el clamor que los movió a entrar en medio del humo y las llamas, logrando retener al agresor hasta la llegada de la Guardia Civil. Los bomberos de Motril sofocaron después el incendio, aunque los daños materiales fueron significativos.
El Arzobispado de Granada, encabezado por Mons. Gil Tamayo, emitió un comunicado lamentando profundamente este grave atentado contra lo sagrado, agradeciendo la valentía de vecinos y bomberos, y exhortando a los fieles a desagraviar a Dios mediante la oración. “Se ha atentado contra lo más sagrado del culto cristiano y de los sentimientos religiosos de la mayoría de sus habitantes”, señaló el texto, pidiendo justicia y reparación.
Este hecho, que podría ser tipificado como delito contra los sentimientos religiosos con agravante de profanación, refleja una realidad dolorosa: en España y en todo Occidente crecen los ataques contra templos, imágenes y símbolos cristianos, mientras gran parte de la sociedad permanece indiferente.
El arzobispo, presente en el lugar, pidió responder con el espíritu del Evangelio: oración, paz y concordia. Sin embargo, no se puede obviar que este ataque forma parte de un clima de hostilidad contra la fe católica, donde se quiere borrar la identidad cristiana que cimentó nuestra civilización.
La rápida reacción de los fieles demuestra que la fe del pueblo sencillo sigue viva. Donde las leyes dudan y la secularización avanza, son los propios creyentes quienes, con riesgo de su vida, salen en defensa de lo sagrado. Hoy más que nunca, urge orar, reparar y reafirmar la presencia de Cristo en nuestra sociedad.
Foto: Albuñol (Granada) Rafa Calas, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons
