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Los falsos devotos sirven al diablo

Por Ignacio García Toledo

Como sabemos, San Luis María Grignon de Montfort en su libro «Tratado sobre la verdadera devoción a la Santísima Virgen» habla sobre los falsos devotos de la Virgen. Aplicaremos su idea a la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.

Sería más fácil hablar de cosas positivas, pero es un tema necesario y urgente para abrir los ojos a los católicos españoles que estamos sufriendo una gran operación de guerra psicológica para destruir nuestra catolicidad y convertir a cada español en un católico zombi.

El gran poeta portugués Luís de Camões escribió en Lusíadas: “No hay enemigo tan duro y feroz como la virtud falsa de la sincera”.

Es bueno recordar que Jesucristo condenó las falsas devociones de los escribas, fariseos y los maestros de la ley con palabras muy duras. Una de las críticas más destacadas se encuentra en el Evangelio según San Mateo, capítulo 23, 27-28, donde Jesús les dice:

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, pues sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia! Así también vosotros, por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad”.

San Luis de Montfort clasifica a los falsos devotos en siete categorías:

1º. Los devotos críticos;

2º. Los devotos escrupulosos;

3º. Los devotos exteriores;

4º. Los devotos presuntuosos;

5º. Los devotos inconstantes;

6º. Los devotos hipócritas;

7º. Los devotos interesados.

Dice que estas siete formas de falsos devotos son inspiradas por el demonio para apartar a los devotos de la verdadera devoción a la Santísima Virgen. Esto vale, también, para apartar a los devotos de la verdadera devoción al Sagrado Corazón de Jesús.

Lo dice textualmente: “El demonio, como un monedero falso y engañador fino y práctico, ha ilusionado tantas almas por medio de una falsa devoción aun para con la Santísima Virgen, que diariamente se sirve de su experiencia diabólica para engañar a otras, durmiéndolas en el pecado so pretexto de algunas oraciones mal dichas y de algunas prácticas exteriores que les inspira”.

“Así como un falso acuñador de moneda no falsifica generalmente más que el oro y la plata, y rara vez los demás metales porque no valen la pena, del mismo modo el espíritu maligno no falsea más que la devoción a Nuestro Señor y a María, porque éstas son, entre las demás devociones, lo que el oro y la plata son respecto de los demás metales”.

“Es, pues, importante conocer desde luego: primero, las falsas devociones a la Virgen Santísima para evitarlas; segundo, la verdadera para abrazarla”.

San Luis acusa al diablo de promover falsas devociones para impedir que los fieles elijan las verdaderas devociones a Jesús y a María.

Esto lo escribió a principios del siglo XVIII. ¡Cuán cierto es esto hoy! Palabras proféticas que aún hoy tienen vigencia.

Como no es posible tratar de las siete categorías de falsos devotos en este artículo, sólo trataremos la de los devotos exteriores y la de los devotos presuntuosos.

¿QUÉ SON LOS DEVOTOS EXTERIORES?

Las palabras de San Luis de Montfort son muy claras: “Los devotos EXTERIORES son las personas que cifran toda su piedad para con María en prácticas externas; que no gustan más que de la exterioridad de la devoción a la Santísima Virgen, porque carecen de espíritu interior; que rezarán muchos rosarios, pero siempre a toda prisa; oirán muchas Misas, pero sin atención; asistirán a las procesiones, pero sin devoción; entrarán en todas las Cofradías, pero sin enmendar su vida, sin violentar sus pasiones, sin imitar las virtudes de la Santísima Virgen”.

Aquí vemos el lenguaje de un santo que sigue las enseñanzas del Maestro: «¡Que vuestro lenguaje sea sí, sí; no, ¡no!«

Qué distinto es esto de ciertos sermones que oímos hoy en las iglesias donde no se habla de los errores de nuestro tiempo, de modas que ofenden a Dios o de leyes que derogan los Diez Mandamientos.

San Luis Grignon continúa: “No entienden sino la parte sensible de la devoción, ni gustan de su parte sólida; si no experimentan algo sensible en sus prácticas espirituales, creen que no hacen nada, se desentienden y lo abandonan todo, o lo hacen a la carrera y sin gusto”.

Y termina con estas palabras:

“El mundo está lleno de esta clase de devotos exteriores, y no hay gente que murmure más que ellos de las personas de verdadera oración, de las que, consagradas a la vida interior, creen que lo interior es la parte esencial, sin menospreciar por esto la devoción exterior, que va siempre junta con la verdadera y sólida devoción”.

Pasemos ahora a los devotos presuntuosos.

¿QUÉ SON LOS DEVOTOS PRESUNTUOSOS?

Según San Luis Grignon, «los devotos PRESUNTUOSOS son pecadores abandonados a sus pasiones o amantes del mundo que, bajo el nombre de cristianos y devotos de la Santísima Virgen, esconden o bien orgullo, avaricia, impureza, embriaguez, cólera, hábito de jurar, calumnia o injusticia. Falsos devotos que duermen tranquilos en sus malos caminos, sin hacer violencia para corregirse. Con el pretexto de ser devotos de la Santísima Virgen, se prometen a sí mismos que Dios les perdonará, que no morirán sin confesarse y que no serán condenados porque recen el Rosario, ayunen los sábados, pertenezcan a tal o cual cofradía y vayan cargados de medallas y escapularios”.

Como se ve, esta descripción recuerda las palabras de Nuestro Señor Jesucristo a los fariseos en San Mateo, 23, 14-16: “¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos, que son unos hipócritas! ¡Ay de ustedes, que son guías ciegos! Ustedes también aparentan como que fueran personas muy correctas, pero en su interior están llenos de falsedad y de maldad.”

San Luis Grignon de Montfort continua:

«Cuando se les dice que su devoción no es más que una ilusión diabólica y una presunción perniciosa, capaz de causarles la perdición eterna, no quieren creerlo. Dicen que Dios es muy bueno y misericordioso, que no nos creó para condenarnos, que no hay hombre que no peque, que no morirán sin confesarse, que un buen peccavi («¡Señor, he pecado!») a la hora de la muerte, que son devotos de la Virgen, que llevan el escapulario, que rezan todos los días siete padrenuestros y siete avemarías en su honor, sin respeto ni vanidad humana, que rezan también a veces el Rosario y el Oficio de la Santísima Virgen, que ayunan, etc…. etc., etc., etc.».

Más adelante afirma: «Nada hay tan reprensible en el cristianismo como esta diabólica presunción, pues ¿es posible que alguien pueda decir de verdad que ama y honra a la Virgen, cuando por sus pecados hiere, crucifica y ultraja sin piedad a Jesucristo, su Hijo? Si María se viera obligada a salvar a tales personas, su misericordia autorizaría el crimen, y ayudaría a crucificar y ultrajar a su divino Hijo. ¿Quién se atrevería a pensar eso?».

San Luis continúa: «Confieso que, para ser verdaderamente devoto de Nuestra Señora, no es absolutamente necesario ser tan santo como para evitar todo pecado, aunque eso sería deseable; pero al menos es necesario:

1º. Estar sinceramente resuelto a evitar al menos todo pecado mortal que ultraje tanto a la Madre como al Hijo;

2º. Hacer violencia para evitar el pecado;

3º. Ingresar en cofradías, rezar la corona, el santo rosario u otras oraciones, ayunar los sábados, etc.

Por eso debemos confesarnos regularmente, según la tradición de la Iglesia, y evitar las ocasiones cercanas de pecado. «Hijo mío, preferiría verte muerto antes que culpable de un pecado mortal», le dijo una vez su madre, la reina Blanca de Castilla, al futuro san Luis, rey de Francia.

En segundo lugar, hacer violencia para evitar el pecado, es decir, no basta con tomar una buena resolución, se necesita una cierta dosis de violencia. En este sentido, la violencia, explican los autores eclesiásticos, consiste en hacer que el cuerpo, que tiene tendencia al mal, esté verdaderamente controlado y no permita que se satisfagan todos sus deseos. Por eso dice: hacer violencia para evitar el pecado, hacer todo para evitar el pecado, cualquier sacrificio.

“El Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan” enseñó Nuestro Señor Jesucristo.

En tercer lugar, únete a cofradías, reza el Santo Rosario y otras oraciones, ayuna los sábados, etc.

Mantengámonos fieles a la Devoción a Nuestra Señora y al Sagrado Corazón de Jesús, sobre todo, frecuentando los Sacramentos, para no caer en esta tan triste categoría de falsos devotos.

Ignacio García Toledo

Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=L6pw9U_KuoU&t=391s&ab_channel=Reinar%C3%A9enEspa%C3%B1a-SagradoCoraz%C3%B3ndeJes%C3%BAs

Foto: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Philippe_de_Champaigne,_le_Denier_de_C%C3%A9sar.jpg

Philippe de Champaigne, Public domain, via Wikimedia Commons

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